REVIEW: "House (Hausu) (1977)" Nobuhiko Obayashi. BY: FELIPE MÚGICA



Oshare es una chica que, decepcionada por los planes de su padre de volver a casarse, y, tras el accidente de su profesor que obliga a cancelar una excursión, decide pasar el verano con seis compañeras de su instituto en la casa apartada que tiene su tía. Aquí es cuando empezarán a tener lugar sucesos extraños que pondrán en peligro sus vidas.

"Hausu" es como el juguete nuevo de un niño que quiere sacar el máximo partido de sus posibilidades una vez que las ha aprendido todas. Un despliegue de recursos visuales, de efectos de cámara, de trucos, animaciones… que hacen del film una experiencia visual de difícil comparación. Todo lo cual, sumado a su historia, su tono naif y sentimental y su banda sonora empalagosa, hacen que, en conjunto, "Hausu" se convierta en una película única, ajena a influencias y ciertamente memorable. Pero para entender todo esto, mejor haremos poniéndonos en contexto y conociendo a su personalísimo director, Nobuhiko Obayashi.

Obayashi (1938-) inició su carrera en Tokio, a finales de los 1950, realizando films experimentales rodados en 8 y 16mm. Con el paso de los años, fue tentado por la Toho para filmar comerciales para televisión, oferta que aceptó de buen grado ya que le permitía seguir experimentando con el medio y contaba con mejores recursos de los que él disponía. Con el tiempo, se convirtió en un reputado creador gracias a sus estilosos e innovadores anuncios, en los que pudo dirigir a estrellas occidentales como Sophia Loren o Charles Bronson (es fácilmente localizable en internet su spot para la colonia Mandon).

De este modo llegamos a la segunda mitad de los años 70. Era una época en la que el cine japonés atravesaba una crisis severa debido al auge de la televisión y al dominio de las producciones americanas. En la Toho, desesperados, buscaban ideas y talentos nuevos con los que recuperar el gancho en taquilla y decidieron dar la oportunidad de debutar en el cine a Obayashi. Su idea era que hiciese algo parecido a "Tiburón (Jaws, 1975)" y nuestro hombre decidió echar mano de una idea de su hija de 13 años. Esta le había contado a su padre que algo que le daría miedo ver sería una casa que se comía a sus habitantes y que sucedieran cosas tales como que un piano te devorara o lo hiciera tu reflejo del espejo.

Con este punto de partida, Obayashi dio forma al guión de su film. La gestación, entre el rodaje y la aplicación de efectos especiales fue larga, casi dos años, con lo que el estreno se retrasó hasta el año 1977. El largometraje se convirtió en todo un éxito (pese a que, inesperadamente, el público convocado fueron mayoritariamente jóvenes menores de 17 años); sin embargo, no fue descubierta en occidente hasta llegados los años 2000.

Y es así cuando empieza a gestarse su fama de película de culto. Motivos hay de sobra para ello. Podríamos empezar a analizar el film por lo visual. Los que conocieran el trabajo previo del director seguramente no resultarían sorprendidos, ya que lo que hace nuestro director es sacar partido a todos los recursos que había empleado en sus anuncios y películas experimentales. El largometraje se convierte en un festival de trucos y efectos, en el que prácticamente no hay minuto en el que no se emplee algún recurso visual: cortinillas, recuadros, fundidos en los que la imagen previa se mantiene en stop, auras, iris para enfocar objetos al más puro estilo cine mudo… A esto se suma el empleo de animaciones en 2D, stop-motion (descacharrante el momento del accidente del profesor), efectos de líneas superpuestos a la pantalla recalcando instantes de terror (como el momento de la chica y el piano), collages visuales formando imágenes alucinógenas… No deja de ser remarcable también el gusto de Obayashi por el empleo de chromas, ciertamente cantosos vistos en la actualidad, por lo tosco de su resultado, lo que contribuye a que momentos como el de la cabeza voladora tengan un resultado tronchante. Marca de la casa también es el uso y abuso de fondos pintados y matte-paintings, que otorgan al film un look visual ciertamente personal y sugerente.

Si en cuanto a los recursos visuales es imposible quedarse indiferente, en lo que toca al argumento y al tono de la historia tampoco tiene desperdicio. Todo el relato está narrado con un insólito candor y un aire naif, que lo hace absolutamente imperdible, adorable. Obayashi se basó en las ideas de su hija pequeña para confeccionar el guión, y viendo la inocencia con que se cuenta todo, casi parecería que hubiera sido ella misma la que hubiera escrito el argumento. Este da arranque como un melodrama adolescente (el disgusto de Oshare cuando descubre que su padre, viudo, ha empezado una relación con otra mujer), narrado con un notorio empalago (atención a la madrastra, siempre rociada de una especie de brisa que hace que su pelo y su pañuelo no paren de ondear). El camino de las chicas a la casa está contado con un empachante tono “happy flower” (canción folk incluida); y deriva finalmente hacia el terror light cuando el grupo llega a la casa. Toda la parte final oscila entre lo sugerente e inquietante (el momento de los espejos, la inundación sangrienta, las miradas de la tía a cámara, como buscando la complicidad del espectador de sus actos maléficos) y lo descacharrante e ingenuo (como la cabeza flotante mordiendo el trasero de una de las chicas o el esqueleto bailando en segundo plano en varios instantes).

Al aire sentimentaloide contribuye una remarcable banda sonora, compuesta por Asei Kobayashi y Mickie Yoshino, con un pegadizo tema central a piano que se escucha con frecuencia a lo largo del film. Conociendo de la carrera posterior de Obayashi, sabemos que esta cursilería va a ser un rasgo que estará muy presente en su estilo y en sus historias, que se tratarán principalmente de melodramas y romances juveniles (aunque con algún coqueteo con el fantástico). La banda sonora se completa con las canciones del grupo folk Godiego, quienes hacen un cameo en el momento previo al inicio del viaje.

Algún crítico ha visto influencias en Obayashi de cineastas europeos como Mario Bava en la construcción de ambientes y escenarios terroríficos. Nuestro director no lo niega. De hecho, en "Hausu", el padre de Oshare es un músico que vuelve de Italia tras haber trabajado con Sergio Leone y Ennio Morricone. Obayashi afirmaba además que estuvo a punto de firmar el film con un seudónimo en homenaje al maestro italiano del terror.

"Hausu" es una película inclasificable, una cinta de horror adolescente entre lo sublime y lo cómicamente bochornoso; entre lo surreal y lo alucinógeno; entre lo sentimental y lo candoroso. Una fiesta de recursos visuales, de trucos de cámara y de efectos ópticos. Una montaña rusa, fuente inagotable de diversión y donde cada plano es una sorpresa tras otra. Un film único sin influencias ni imitaciones, al margen de cualquier corriente estética y temática. Una película para descubrir y para disfrutar una y otra vez. ¿Qué es Hausu? Hausu es Hausu.

(Documentación extraída del libreto incluido en el blu-ray de la película, edición UK, del sello Eureka, serie Masters of Cinema, escrito por Paul Roquet)

TRAILER


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